martes, 19 de enero de 2010

CORAZÓN

Llegó a casa después de un día largo. Como acostumbraba se quitó las botas y colgó las llaves. Entró al baño y se miró en el espejo. Se veía algo rara. Ella nunca se vio guapa, ni mucho menos, pero en ese momento se vio como un fantasma, translúcida, como si durante aquel largo día hubiese perdido su corporeidad y sólo quedase su alma. Tras mojarse la cara se quitó la camiseta. Mientras observaba sus pequeños pechos descubrió una gran cicatriz. Se quedó asombrada. ¿cómo podría tener eso ahí? ¿qué había ocurrido?. Asustada corrió hacia su habitación. Dio un portazo y se apoyó en la puerta. No podía creer lo que estaba viendo. Poco a poco se dejó caer. Ahí estaba, en un gran charco de sangre su maltrecho y dolorido CORAZÓN.
¿Qué se puede hacer ante una situación así?
Ella con la valentía y curiosidad que la caracterizaban se arrodilló ante el gran charco. Acercó la mano y tocó su propio corazón. El tacto de aquél órgano era extraordinario. Suave y resbaladizo, aún estaba templado, como si se lo acabasen de sacar de su cuerpo. Parecía que en cualquier momento volvería a latir. Lo cogió con las dos manos y lo guardó en una caja de zapatos. Después se echó en la cama y se acurrucó con la caja. Intentó llorar. Deseaba hacerlo, lo necesitaba, pero le resultaba imposible. ¿Sería porque carecí de corazón?
Aunque parezca mentira durmió plácidamente, hacía tiempo que no dormía tan bien. Se levantó de la cama y se dirigió hacia el armario. Se puso su mejor traje, unos tacones y los pendientes más bonitos que tenía. Se echó su colonia preferida y se pintó los labios. Cogió la caja de zapatos de debajo de la cama y subió al ascensor. Salió del portal y cruzó la calle, pero caminaba diferente, se sentía mas poderosa que nunca. Miraba al frente y sentía que podía hacer cualquier cosa, que nada podría con ella.
Cuando se dio cuenta estaba en un parque. Recordaba ese lugar de algo... ¿pero de qué?. Después de sentarse en un banco recordó que ya había estado allí; con él. Ahora lo comprendía todo.
Cogió su caja y se acercó a un árbol. Se agachó y con cuidado de que nadie la viera sacó el corazón de la caja. Increíblemente el corazón aún estaba caliente. Como pudo hizo un pequeño agujero y lo enterró. Lo enterró sin la más mínima contemplación, sin el más mínimo atisbo de pena. Contrariamente estaba alegre, llena de ganas de vivir y con un sentimiento de poder que ninguna mujer había tenido en la historia. Se levantó,se sacudió la falda y caminó hacia el metro.
Había aprendido a vivir sin corazón.

lunes, 11 de enero de 2010

SMS

''tnmos k ablar kiero vrt mñn? Bss''

no entendía a que venía ese mensaje. Ella le dijo lo que sentía y él simplemente se fue. Ya hacía algún tiempo de ello y no entendía como ahora que ya empezaba a olvidarse y a vivir sin él volvía. Era extraño... parecía que él sentía como ella pasaba página y entonces él comenzaba a tejer su red para atraparla de nuevo. Pero se prometió a ella misma que esta vez no sería así.

Quedaron a las nueve , cuando ella acabara su clase de historia, una de sus mayores verguenzas: ya estaba en quinto apunto de acabar la carrera y aún arrastraba historia de primero. Estaba muy cansada. No podía mantener los ojos abiertos mucho tiempo más. Sus párpados caían como dos hojas doradas en otoño pero se volvían a abrir como si fueran levantadas por el viento. Tenía que permanecer despierta porque él le dijo que vendría. No podía romper su promesa, después de todo ella había accedido a hablar con él.

Hace ya mucho tiempo que ella pensaba que no había historia. Estaba claro, ni ella era para él ni él era para ella. Eso le producía un dolor exacerbado, pero un dolor con el que vivía, que ya había hecho suyo y del que incluso disfrutaba. Se podría comparar con el dolor del miembro fantasma, pero de un modo más intenso y triste, porque ella no sentía el dolor de algo perdido, disfrutado al fin y al cabo, sino que sentía el dolor de lo que el corazón le decía que era suyo, pero que sabía con certeza que no.

Esta situación la desconcertaba.

Por fin llegó, después de dos horas. Ni siquiera pidió disculpas por retrasarse, ni le dio dos besos, que ella ansiaba, para saludarla. Simplemente se sentó a su lado y articuló, entre dientes, un suave y escueto ''hola''.

Tardó treinta segundos en decir: TE HECHO DE MENOS
y destruir así todas las barreras que ella había construido para protegerse.

Empezó a temblar, no acertaba a decir palabra. No entendía como después de varios meses él le manaba un mensaje y derruía así su mundo, en el que él, por fin, ya no estaba.

-Somos amigos, y hecho de menos hablar contigo... nuestras risas...

¿Eso era todo lo que quería? Le pareció muy egoísta: no la quería, pero tampoco estaba dispuesto a no tenerla.

Decepcionada y herida cogió su bolso y se marchó.