
Vuelvo a ti, a tu vientre de madre, a tu carne de cereza y pizarra.
Y me recibes con blanca y olorosa jara y la trenzas a mi pelo.
Sabes que estoy agotada y me preparas una cama de alcornoque y olivo. Me acurruco y me arrullas con tu acento dulce y cálido como la miel de romero. Y lentamente me duermo y me arropas con una manta de brillantes estrellas sobre encinas milenarias. Apagas la luna por mí y envuelves tus tierras en niebla para que pueda descansar. Me despiertan los sonidos de tus gargantas y me alimentas con fresco rocío y aroma de retama.
Me besas el corazón con tus labios de amapolas y me limpias el alma con el agua clara que corre por tus venas; a sabiendas de que después me marcharé.
Te amo.
Che bella cosa, marmocchio!
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